sábado, 26 de noviembre de 2011

El Jilguero

             
                                                               EL  JILGUERO


    En un vuelo con cortas ondulaciones, en el que exhibe las manchas vivas, amarillas y blancas de las alas, el bando de jilgueros se abate sobre la alta vegetación de cardos y abrojos, sujetándose a las cabezuelas espinosas mientras aletean. Su pico agudo les permite explorar sin temor estas plantas tan peligrosamente armadas.

    Los jilgueros se asocian en bandos y se mezclan con los de pardillos. Es bastante raro verlos en solitario. Este instinto sociable persiste durante el período de nidificación. Se instalan en pequeñas colonias, en los jardines y en los huertos, y se contentan con un pequeño territorio alrededor del nido. Las parejas se forman al final del invierno en los bandos errantes, acariciándose con el pico. Más tarde, el macho ofrecerá ritualmente el alimento a la hembra, antes de que ambos comiencen a construir el nido, en el extremo de una rama sobre el vacío. El nido es una pequeña obra maestra.
La costumbre tradicional de enjaularlo es debida a su llamativo colorido y a su canto: un líquido gorjeo que recuerda al del canario y al que añade variaciones basadas en sus trinos.

     Identificación: Dorso pardo; cola blanca y negra; alas en su mayor parte negras con una ancha banda amarilla; rostro rojo, con el resto de la cabeza blanco y negro; sexos iguales.
    Nidificación: La hembra construye un cuidado nido de raicillas, hierba y musgo, revestido con lana y pelusa, en general en un árbol o seto; pone, de abril a agosto, en general de 4 a 6 huevos azules claro, ligeramente moteados de pardo; incubación, de 12 a 13 días, sólo por la hembra; ambos padres ceban a los pollos, que vuelan a los 13 ó 14 días; normalmente dos crías, algunas veces tres.
    Alimentación: Semillas; frutos de abedul, alisos y otros árboles; algunos insectos, especialmente para cebar a los pollos

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